viernes, 3 de febrero de 2012

MÉTRICA

INSTRUCCIONES PARA ANALIZAR LA FORMA DE UN POEMA

1. Se mide el verso para averiguar el número de sílabas que tiene. Los versos más corrientes tienen seis, siete, ocho, u once sílabas (hexasílabo, heptasílabo, octosílabo, y endecasílabo respectivamente).


2. A la hora de medir un verso tienes que tener en cuenta las sinalefas, los hiatos, los diptongos, y la última palabra del verso. Aquí encontrarás unos apuntes muy interesantes.


3. El poema suele dividirse en estrofas, o lo que es lo mismo, agrupamientos de estrofas. Para saber qué tipo de estrofa es hay que ver:


a) Cuántos versos se agrupan (dos, tres, cuatro, cinco). Los versos de ocho sílabas o menos son versos de arte mayor; los de más de ocho sílabas, de arte mayor.


b) La rima que tienen esos versos: consonante o asonante ( dependiendo si rima sólo la vocal o vocales, o también las consonantes)


c)Para indicar la rima de los versos en las estrofas se usan letras mayúsculas indican que el verso es de arte mayor; minúsculas que es de arte menor. Cuando dos rimas coinciden, coinciden las letras que las representan. Cuando aparece una rima nueva, hay un cambio de letra, la cual se repetirá cada vez que aparezca la rima correspondiente

Una vez resolvamos lo anterior debemos buscar dentro del catálogo de estrofas de la literatura española. Veremos primeramente las estrofas más utilizadas en el Renacimiento español.



Métrica durante el  Renacimiento español 

El verso endecasílabo es el instrumento fundamental de la métrica imitada de los italianos. Aunque en España apareció con los primeros trovadores catalanes y gallegos, procedente de Provenza, Francia e Italia, donde se usaba comúnmente, en Castilla se utilizó de forma esporádica, hasta que en el siglo XV Francisco Imperial y el marqués de Santillana hicieron los primeros intentos de adaptarlo al español. Será a partir de Boscán y los primeros renacentistas cuando se convertirá en el metro constante y más representativo de la nueva poesía.

El predominio de la rima consonante, más culta que la asonancia, será casi absoluto.

Las composiciones poéticas y estrofas más frecuentes fueron:

El soneto, consagrado por Petrarca en su Canzionere. Un ejemplo conocido es el siguiente soneto satírico de Lope de Vega, que trata precisamente sobre la construcción de un soneto:

Un soneto me manda hacer Violante,
en mi vida me he visto en tal aprieto;
catorce versos dicen que es soneto:
burla burlando van los tres delante.
Yo pensé que no hallara consonante
y estoy a la mitad de otro cuarteto;
mas si me veo en el primer terceto
no hay cosa en los cuartetos que me espante.
Por el primer terceto voy entrando
y aún parece que entré con pie derecho,
pues fin con este verso le voy dando.
Ya estoy en el segundo, y aún sospecho
que voy los trece versos acabando:
contad si son catorce, y está hecho.


El terceto encadenado, empleado por Dante en La Divina Comedia, fue usado para epístolas y elegías.


 Aunque este grave caso haya tocado A
con tanto sentimiento el alma mía           B
que de consuelo estoy necesitado,        A

     con que de su dolor mi fantasía        B
se descargase un poco y s’acabase    C
de mi continuo llanto la porfía,               B

     quise, pero, probar si me bastase     C
el ingenio a escribirte algún consuelo,  D
estando cual estoy, que aprovechase   C

 para que tu reciente desconsuelo    D
la furia mitigase, si las musas                  E
pueden un corazón alzar del suelo        D

     y poner fin a las querellas que usas,  E
con que de Pindo ya las moradoras     F
se muestran lastimadas y confusas;     E


La lira la introdujo Garcilaso de la Vega en su Canción V, Ad florem Gnidi, por influencia de Bernardo Tasso.

¡Qué descansada vida                          7a
la del que huye el mundanal ruïdo               11B
y sigue la escondida                            7a
senda por donde han ido                         7b
los pocos sabios que en el mundo han sido!      11B

La octava real, ya usada por Boccaccio, adquiere su máxima importancia en la Égloga III de Garcilaso.

Mas la fortuna, de mi mal no harta,         A

me aflige, y de un trabajo en otro lleva;   B
ya de la patria, ya del bien me aparta;    A
ya mi paciencia en mil maneras prueba;  B
y lo que siento más es que la carta        A
donde mi pluma en tu alabanza mueva,  B
poniendo en su lugar cuidados vanos,   C
me quita y me arrebata de las manos.   C 



Pero por más que en mí su fuerza pruebe
no tomará mi corazón mudable;
nunca dirán jamás que me remueve
fortuna de un estudio tan loable.
Apolo y las hermanas todas nueve,
me darán ocio y lengua con que hable
lo menos de lo que en tu ser cupiere;
que esto será lo más que yo pudiere

La silva es una combinación libre de no menos de veinte endecasílabos y heptasílabos, que riman en consonante libremente, pudiéndose dejar versos sueltos sin rima alguna.

En tu divina escuela,                                       7a
loca y desnuda y sin extraño adorno,             11B
la verdad se revela,                                         7a
paz derramando en torno;                                 7b
al oscuro color de tu regazo,                            7c
contenta y regocijada,                                       7d
como el ave en su nido,                                     7e
libre de ajeno lazo,                                          7c
desnuda alienta la callada vida,                       11D
acurrucada en recatado olvido,                        11E
lejos del mundo de la luz y el ruido;                11E
lejos de su tumulto                                             7f
que poco a poco el alma nos agota,                 11G
en el rincón oculto                                             7f
en que la fuente de la calma brota.                   11G



La canción petrarquista. De origen italiano (por lo que también se la suele llamar canción italiana), se divulgó a partir del primer Renacimiento y consta de una serie de estrofas semejantes que combinan versos de siete y once sílabas con la misma disposición métrica, llamadas estancias (del italiano stanze). La composición se remata con un corto envío o vuelta de cuatro versos. Cada estancia consta de dos partes engarzadas por un verso de enlace, eslabón o llave que sirve para unir la primera parte o fronte (con dos pies, abC abC) y la segunda parte, llamada sírima o “coda” (dee DfF).


Estructura.   abC abC dee DfF

Con un manso rüido                            7a

de agua corriente y clara                       7b
cerca el Danubio una isla que pudiera   11C
ser el lugar escogido                            7a
para que descansara                              7b
quien, como estoy yo agora, no estuviera:  11C
do siempre primavera               7c
parece en la verdura                  7b
sembrada de las flores;              7d
hacen los ruiseñores                   7d
renovar el placer o la tristura     11D
con sus blandas querellas,            7e
que nunca, día ni noche, cesan de ellas.  11E

(Garcilaso de la Vega, Canción III)


Estas nuevas estrofas se usaron en una serie de composiciones fijadas por la Antigüedad y el Renacimiento italiano. 

La égloga, que proviene de Virgilio y es propia de la poesía bucólica y pastoril;

La elegía, que se usará en poemas de dolor y desgracia;

La canción y la oda se asocian a los temas amorosos;

La epístola horaciana, que se utilizará para los temas familiares, doctrinales y literarios.


Enlace de Apuntes sobre métrica