martes, 3 de abril de 2012

LITERATURA RENACENTISTA: NARRATIVA

LA NARRATIVA EN EL SIGLO DE ORO

La narrativa idealista:

Novela pastoril (La Diana, 1558); la novela de caballerías (Amadis de Gaula, 1508; Tirante el Blanco, 1504); la novela bizantina (La historia de los amores de Clareo y Florisa, 1552); la novela morisca (Historia del Abencerraje)

La narrativa realista:

La Lozana Andaluza, 1528
El Lazarillo de Tormes, 1554
El Quijote y las Novelas Ejemplares, de Cervantes


Nos ocuparemos de las dos obras más importantes de este periodo por su transcendencia: El Quijote y El Lazarillo de Tormes, dos antihéroes.


El Lazarillo de Tormes

La obra. Enlaces para entrar en los siete tratados de la obra. Comentarios, reflexiones y actividades.

PRÓLOGO

TRATADO PRIMERO

TRATADO SEGUNDO

TRATADO TERCERO

TRATADO CUARTO

TRATADO QUINTO

TRATADO SEXTO

TRATADO SÉPTIMO


Cervante y Don Quijote de la Mancha

- Primera parte de la obra completa

Apuntes:   Apartados
1 Introducción     2.Génesis.Fuentes   3. Intencionalidad 4.Temas al margen de la crítica a las nov. de caballerías   5. Personajes     6. Estructur   7. Estilo y Lengua   8 La técnica novelesca
9. La narrativa del siglo XVI en el quijote     10 Realidad y ficción    11. Humor y Parodia
12 El Quijote de Avellaneda


1. INTRODUCCIÓN

Cervantes tenía 57 años cuando apareció la primera parte del Quijote. Llevaba 20 años sin publicar nada (desde la aparición de La Galatea) aunque había compuesto algunas novelas ejemplares, que no se imprimieron, y algunas comedias que no se estrenaron en su mayoría. Por ello, causó más sorpresa y envidia entre los escritores que reconocieron, sin embargo, el valor de esta extraña novela. El público la acogió con interés, y enseguida se sucedieron las ediciones, (seis en el mismo año de 1605), impresas por Juan de la Cuesta, y editada por el librero Francisco de Robles En 1612, se tradujo al inglés, y, al francés, en 1614.
Diez años después, Cervantes hizo imprimir la segunda parte. En 1614, un autor que usaba el pseudónimo de Alonso Fernández de Avellaneda, publicó en Tarragona una continuación del Quijote con el título Segundo tomo del Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha, en cuyo prólogo atacó a Cervantes quien, con la indignación de lo que consideraba una usurpación de la obra, acabó precipitadamente la segunda parte con algunos episodios cambiados con respecto al plan inicial.


2. GÉNESIS. FUENTES.

No toda la crítica está de acuerdo en las posibles fuentes del Quijote. Los estudios son variadísimos y nada concluyentes. Menéndez Pidal ha sostenido que la pieza teatral anónima, Entremés de romances, está en la génesis del Quijote. Textos para comparar:

En el Quijote:
El hidalgo se vuelve loco leyendo novelas de caballería, y se lanza, solo, en busca de aventuras. Después de ser armado caballero por el ventero, intenta librar a un muchacho de ser azotado por su amo. Da con unos mercaderes toledanos a quienes exige que proclamen la belleza de Dulcinea. En la refriega con ellos, cae del caballo, y un criado de los mercaderes lo apalea. Queda tendido sin poderse mover, y empieza a recitar el romance de Valdovinos y el marqués de Mantua (“¿Dónde estáis, señora mía/ que no te duele mi mal...?) que le parece adecuado para su situación. Un labriego de su mismo pueblo lo socorre, y don Quijote lo toma por el marqués. Cuando el labrador lo lleva hacia su pueblo, don Quijote se cree el moro Abindarráiz, e imagina que el labriego es el alcalde de Antequera, Rodrigo de Narváez.

En el Entremés de romances:

Bartolo se vuelve loco leyendo romances y se hace soldado. Adopta como escudero a Bandurrio. Pretende defender a una pastora asediada por un zagal. Éste apalea a Bartolo. Una vez en el suelo, maltrecho, se cree Valdovinos, y empieza a recitar el mismo romance que don Quijote, el del marqué de Mantua. Cuando es llevado a la aldea, cree ser el alcalde de Baza que dialogo con el moro Abencerraje.
El mismo Menéndez Pidal defiende, a pesar de la influencia, el genio creador de Cervantes en cuanto a la transformación a que sometió esta fuente. Cervantes creó un complejo cosmos de personajes, situaciones, temas, tramas y subtramas. En la obra se advierten multitud de circunstancias que revelan a un autor que quiere ser libre para crear. De ahí las variaciones, los añadidos, los “olvidos” a que somete el arte de novelar.

Otras posibles fuentes son las apuntadas por Dámaso Alonso que lo relaciona con la novela de caballería Primaleón en la que el hidalgo Camilote está enamorado de la grotesca Maimonda, o la tragicomedia de Gil Vicente, Don Duardos, obras que Cervantes debió de conocer.

Notable influencia debió también ejercer los libros de caballería que en la obra se parodian: Amadís de Gaula y el resto de la saga de los Amadises, Palmerín o Tirant lo Blanch, todos, inspiradores del Quijote. Por ejemplo, Torres Alcalá en El realismo de Tirant lo Blach y su influencia en el Quijote (1979) dice que Cervantes, no sólo aprendió la técnica de la obra, la trama ( el ideal caballeresco frente a una sociedad aburguesada), sino en puntos concretos: los topónimos, los paralelismos de personajes y situaciones, la descripción detallada, el diálogo vivo, etc.

También se ha apuntado que existieron personajes reales que pudieron servir de modelo. El siglo XIX se muestra partidario de los modelos reales. Menéndez Pidal comenta, sin embargo, la aportación que sería al estudio del Quijote si un día se descubriera un ser real, Quijana, Quesada o Quijano, que fuera loco. En conclusión, la crítica más actual defiende los modelos literarios de la obra.

Algunos críticos, creen que Cervantes no concibió el Quijote según el resultado final. Pudo escribir una novela de menor envergadura y después ir desarrollando e interpolando pasajes. Es decir, el Quijote se escribiría en fases; una obra que fue modificándose al tiempo que su autor la iba escribiendo. Es bastante probable que en un principio la 1ª salida del Quijote que abarca los seis primeros capítulos estuviera pensada como una unidad, una novelita o novela corta, como las novelas ejemplares y que al haberla terminado el autor se diera cuenta de que el personaje daba para muchísimo más, como si creciera ante él mismo el personaje y decidiera ampliar la obra.


Sobre cualquier hipótesis se plantean todas las dudas posibles, dada la complejidad de la obra.

3. INTENCIONALIDAD

Aunque la posteridad ha analizado e interpretado esta obra desde las perspectivas más inauditas, el caso es que el fin último de la obra es la parodia de los libros de caballería. Gracia y comicidad hicieron que “...los niños la manoseen, los mozos la lean, los hombres la entiendan, y los viejos la celebren” (dice Sansón Carrasco, personaje de la novela).
La segunda parte acaba con las siguientes palabras: “No ha sido otro mi deseo que poner en aborrecimiento de los hombres las fingidas y disparatadas historias de los libros de caballería...” (LEER EL TEXTO ENTERO).
Cervantes compartía con los detractores de los libros de caballería sus ideas sobre moralidad (enseñaban obscenidades), sobre lógica (enseñaban cosas absurdas) y sobre estilo (estaban mal escritas).
Los hechos fabulosos de la caballería se mezclaban en los romanceros impresos con los de los paladines épicos; en ellos, junto con los temas de la pérdida de España o de las hazañas del Cid, aparecían las proezas del Marqués de Mantua o la penitencia de Amadís, según ocurre, por ejemplo, en el Cancionero de romances de Amberes.
Pero, aunque su estructura paródica es innegable, tal vez vaya más allá de lo que el propio autor imaginó. El Quijote abunda en intenciones y tienen un profundo sentido. Su validez es tal que se ha impuesto universalmente a través de los siglos y de todos los hombres. Menéndez Pelayo dice: “La obra de Cervantes no fue de antítesis, ni de seca y prosaica negación, sino de purificación y complemento. No vino a matar un ideal, sino a transfigurarle y enaltecerle. Cuanto había de poético, noble y humano en la caballería, se incorporó en la obra nueva con más alto sentido...”
A lo largo del siglo XVI, moralistas y autores graves censuraron los libros de caballería (así como La Celestina). La lista de detractores es muy larga: Juan Luis Vives, Juan de Valdés, Melchor Cano, Fray Luis de Granada, etc. El público, evidentemente, no escuchaba las censuras; tampoco, los autores e impresores. Algunas de las acusaciones que se vertían eran:

a. Los escritores son personas ociosas.
b. Son iletrados (escriben mal y ha leído poco).
c. Son mentirosos, enemigos de la verdad y de la historia auténtica.

De los lectores decían:

a. Son incitados a la sensualidad y al ocio
b. Hacen perder el tiempo.

“Mira, hermano – dice el cura al ventero-, que no hubo en el mundo Félix Marte (...), ni otros caballeros semejantes que los libros de caballería cuentan, porque todo es compostura y ficción de ingenios ociosos...”( I,32).

“No he visto ningún libro de caballería – dice el canónigo al cura – que haga un cuerpo de fábula entero con todos sus miembros, de manera que el medio corresponda al principio, y el final al principio y al medio; si no que los componen con tantos miembros, que más parece que llevan intención a formar una quimera o monstruo que hacer una figura proporcionada. Fuera desto, son en el estilo duros..., necios en razones...y, finalmane, ajenos de todo discreto artificio...” (I,47) (I,49)

De todos los aspectos censurados, hay ejemplos en la novela.
Por consiguiente, los libros de caballería deberían ser prohibidos. (I, 47 Fragmento)
Respecto a algún aspecto censurado, como el de que no cuenta historia verdaderas, los escritores ya lo sabían; no engañaban a nadie. Aplicaban los principios de la Poética de Aristóteles según la cual “la misión del poeta no es referir las cosas sucedidas, sino cosas que hubieran podido suceder...”
Quienes apelaban a la inmoralidad, simplemente enfrentaban la literatura doctrinal y la mundana o de entretenimiento. La crítica en este aspecto no recayó sólo sobre los libros de caballería, sino también sobre la novela pastoril, sentimental, etc. Si bien en España no se llevó a cabo las prohibiciones que proponían los censores, en América, sí. Una real orden de 1531 prohibía pasar a las Indias “libros de romances, de historia vanas o de profanidad, como los Amadís...”
Un autor de la época comenta que Cervantes acaba con los libros de caballerías porque en vez de usar la seriedad de los censores moralistas usa la ironía.

4. TEMAS AL MARGEN DE LA CRÍTICA DE LAS NOV. DE CABALLERÍAS


a. El hombre como un ser en continua evolución:
Don Quijote: cuerdo, loco, loco-cuerdo, cuerdo.
Sancho: también evoluciona. Es mucho más inteligente y completo en la segunda parte.

b. El hombre en conflicto entre la realidad y la ficción; entre la realidad interna del personaje y la realidad exterior. Este contraste produce, en muchos pasajes, efectos cómicos. Lo que parece desprenderse del Quijote es que el mundo del hombre, la vida humana es, ante todo, equívoco; que no hay certeza posible, que el mundo es susceptible de varias interpretaciones.

DQ confunde la realidad en la primera parte. En la segunda mucho menos, pero entonces son los demás los que se esfuerzan en que interprete erróneamente la realidad (Sancho que quiere que crea que las tres labradoras son Dulcinea y sus damas) Los duques que quieren que viva en la ficción de los libros de caballerías.)
También Sancho distorsiona su percepción de la realidad, se sumerge en la aventura de Clavileño, dice que ha visto la tierra desde el cielo, que ha jugado con las cabritas, etc.
Pero hay otros personajes que distorsionan la realidad. Por Ej. doña Rodríguez que no se percata de todo el montaje que los duques hacen para burlarse de DQ y divertirse ellos y su corte, y cree que don Q. Es realmente un caballero andante.

c. El amor, pero un amor ideal por parte de don Quijote, Dq es un ser casto (LEER episodio de doña Rodríguez) y un amor más real por parte de otros personajes que puede traducirse en deseo, impotencia, frustración, fantasía, consumación...

d. La libertad. “Por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida” (II,58). Otros ideales: el valor, la justicia.

e. El honor. La dignidad del hombre no depende de circunstancias externas (fama, opinión...), sino de la intimidad de la virtud individual.


f. La literatura. En el Quijote se habla de poesía, libros de caballería, teatro; de las letras en general. En ocasiones, Cervantes, en la segunda parte, se convierte en crítico de su primera parte o del Quijote de Avellaneda

g. Amistad entre don Quijote y Sancho. Su relación es cada vez más estrecha.

h. La justicia Don Quijote como caballero andante tiene que impartir la justicia, pero no una justicia basada en las leyes sino en unos principios utópicos


5. PERSONAJES

En torno a 700 personajes pululan por los múltiples episodios del Quijote. Es un mundo social muy complejo. Nos centraremos en los principales. Don Quijote y Sancho no son, al principio, personajes acabados. Van madurando y transformándose a medida que avanza la obra; incluso la locura de don Quijote va cambiando hacia la cordura.

Don Quijote

Es la figura más conocida de la literatura. Unamuno decía que tenía más fama que su propio autor. Es, junto a Sancho y Dulcinea, mito hispánico. (Los turistas compran figuras de don Quijote y Sancho)
Personaje del que se sabe poco, aunque él, al morir, se declara Alonso Quijano el Bueno. Pertenece a la hidalguía. Su formación intelectual viene por la lectura, sobre todo, libros de caballería que le llevarán a una locura discreta; discreta porque, a veces, razona mejor que un cuerdo: “...le he visto hacer cosas del mayor loco del mundo, y decir razones tan discretas, que borran y deshacen sus hechos...”. No se sabe hasta dónde llega su locura. Su facilidad para soñar y vivir en la ficción, que le proporciona lo que no puede aportarle su vida monótona, hace que se cree un mundo imaginario en el que Dulcinea es el símbolo. (LEER Pág 66 La Galera)
Es un personaje que siente gran atracción por la actividad, la aventura y que en muchos momentos resulta admirable. Cervantes ha creado un loco activo que pasa de la cólera a la melancolía. El autor-psiquiatra ha indagado en la racionalidad e irracionalidad; en sus estados intermedios y ha presentado a un ser que sufre, como ya se ha apuntado, un proceso de transformación que le lleva a perder su fe en la caballería y a comprobar que la realidad es cruel, que la felicidad y el dolor van juntos “ porque no es posible que el mal y bien sean perdurables...” A esta evidencia llega por la convivencia y el afecto de su amigo Sancho.

¿Cómo se nos presenta a lo largo de la novela?

La crítica ha apuntado diversos cambios: El más destacable es que en la primera parte distorsiona a menudo la realidad y ve gigantes donde hay molinos , ejércitos donde hay rebaños etc. y en cambio en la segunda hace muy pocas distorsiones y son otros personajes los que se empeñan en hacerle ver elementos caballerescos ficticios, por ejemplo los duques cuando lo reciben en su casa o Sancho con Dulcinea y la labradora. Después de la aventura de los mercaderes (I,4) dQ. Queda molido, así lo encuentra un vecino. Aquí tiene lugar el primer desdoblamiento de personalidad. DQ. Se cree Valdovinos y que su vecino es el marqués de Mantua, después cree que ambos son personajes del Abencerraje. Tiene un nuevo desdoblamiento en I, 7, en éste se cree el personaje Reinaldo de Montalbán. A partir de este momento no va a tener nuevos desdoblamientos.
Era absolutamente necesario e imprescindible para el hombre Miguel de Cervantes hacer loco, claramente loco, a Don Quijote -el responsable de todo lo que va a acontecer en la obra- para poder así expresarse con total libertad y sin miedo a nada ni a nadie. De ahí que esa condición de loco de su héroe esté presente a lo largo de la obra y muy especialmente y de manera expresa cada vez que DQ arremete contra las consagradas y poderosas instituciones oficiales; y así queda recalcada ya en su primera salida:

Primera parte Segunda parte.

_ Es colérico _ Es melancólico
_ Ve la realidad como un libro _ El libro se olvida; lee por obligación
_ Nunca paga los daños que causa _ Reconoce el valor del dinero (paga los daños que causa)
_ Su máxima preocupación: Dulcinea _ Su máxima preocupación ya no es Dulcinea, sino Sancho

 Sancho

Como ha escrito Martín de Riquer, la idea primitiva de Cervantes era que Sancho fuese un tonto. En efecto: fue creado como el complemento que necesitaba don Quijote, proyectado inicialmente como un loco
El héroe literario necesita del «otro al lado» para que sea su confidente y cooperador. Sin alguien junto a él con quien hablar, las andanzas de un orate por la Mancha hubieran dado poco juego.. Pero ocurrió que a Cervantes le fue creciendo la figura del tonto hasta hacerse tan importante como la de su señor. Y que este fue soltando lastre de locura hasta hacerse un tipo humano de máxima trascendencia. Basta observar de qué hablan ambos en sus primeras jornadas y el crecimiento progresivo del interés de sus temas.

La famosa interpretación de don Quijote como héroe del ideal, opuesto al rudo materialismo de Sancho, no parece cierta, al menos no durante toda la novela. Sancho va demostrando a lo largo de la novela su cordura y se va enriqueciendo humanamente hasta que su personalidad adquiere un peso comparable a la del caballero. A esto debe atribuirse la famosa quijotización de Sancho, tan notada por la crítica. Cervantes advierte varias veces, sutilmente, del crecimiento moral y solidario de amo y criado, y, en algún momento, de manera tan clara como en el capítulo 22 de la segunda parte, en que Sancho, tras haber escuchado las reflexiones que hace su señor a Basilio sobre el matrimonio, comenta cómo ambos, él y don Quijote, están dotados de singular discernimiento. Dice: «Este mi amo, cuando yo hablo cosas de meollo y de sustancia suele decir que podría yo tomar un púlpito en las manos y irme por ese mundo adelante predicando lindezas; y yo digo dél que cuando comienza a enhilar sentencias y a dar consejos, no solo puede tomar un púlpito en las manos, sino dos en cada dedo, y andarse por esas plazas a ¿qué quieres, boca? ¡Válate el diablo por caballero andante, que tantas cosas sabes! ... No hay cosa donde no pique y deje de meter su cucharada» (II, 22, 810).

Cervantes pudo inspirarse en algún personaje de obras conocidas. En el Libro de proverbios o refranes glosados, de Sebastián de Orozco, aparece un Sancho cuyo comportamiento es semejante al personaje cervantino.
Su transformación es más evidente. En el (I,7) dice que “era un hombre de bien _ si es que este título se puede dar al que es pobre _ pero de muy poca sal en la mollera”. Es posible que el propio Cervantes no hubiera proyectado lo que este personaje daría de sí. Se demostraría que Sancho no es tan simple como se nos quiere presentar. Rasgos que lo caracterizan: su hombría de bien, su fe, fidelidad a don Quijote, su sentido del humor y de la realidad, su prudencia y gracejo en la conversación, su capacidad para creerlo todo y dudar de todo, preocupado por su situación económica. Él mismo se califica de algo malicioso, pero es un hombre natural; se declara cristiano y enemigo de los judíos. El propio don Quijote lo considera el mejor de los escuderos por todas sus cualidades.

En la primera parte es el personaje acompañante de don Quijote. En la segunda, adquiere más importancia, incluso protagoniza muchos episodios. Destaca como gobernador de la ínsula Barataria por su sensatez. Se acentúa también el proceso de quijotización y reclama la importancia que como personaje le corresponde. En síntesis, las funciones de este personaje son:

a. Delimita el mundo de don Quijote, señalando el mundo externo.
b. Ayuda a descubrir la personalidad de su amo.
c. Aporta el elemento cómico a la obra.


El rasgo más chocante de su habla es el continuado empleo de refranes. Y ello se ha justificado, como hizo Ángel Rosenblat, por dos tipos de causas: de un lado, porque abundaban en la antigua conversación castellana; de otro, por la exaltación que de ellos hicieron los humanistas, como manifestación admirable de lo natural.

Otro rasgo del habla de Sancho son las incorrecciones que comete al hablar debido a su poca formación cultural, aunque este rasgo, que tiene una finalidad cómica, se va suavizando a lo largo de la obra.

RELACIÓN QUIJOTE – SANCHO

Con el simple hecho de observar, el lenguaje de Sancho se va refinando notablemente, tanto que provoca la admiración de su amo; este refinamiento refleja su enriquecimiento intelectual, al dejar ver una sensibilidad que se despierta gracias a la educación, al contacto personal y al amor logrado a través del compartir permanentemente.
Si es importante cada personaje por separado, ambos se enriquecen en su relación que da lugar a los más sorprendentes contrastes. La pareja ha sido interpretada de las más variadas formas:
Idealismo - realismo ; caballero – villano ; loco – cuerdo ; espíritu – materia , valor – cobardía, etc.

Por el contraste que alumbra la obra en todos los aspectos, un loco, don Quijote, se convierte en el dechado de los más altos valores humanos: fe, el ideal, la libertad, la justicia y hasta de la razón por sus discretos razonamientos sobre que el mundo sería mejor si fuera como él lo imagina en su locura. Y Sancho, interesado, malicioso a veces, se convierte en dechado de sencillez, bondad natural, de lealtad a prueba de desgracias, de sentido común y de la ilusión del hombre simple ( es el único que cree las locuras de don Quijote).
Pero su relación es más compleja. Los aparentes contrastes se van trocando en una profunda amistad. Se han ido conociendo a través del diálogo. Sancho, con su gracia, ha ido dulcificando la melancolía de don Quijote; éste, a su vez, ha educado a su escudero con su conocimiento y sus consejos, de tal manera que, al final, se nos presenta como un tipo inteligente. Los consejos de don Quijote a Sancho están en otras obras del siglo XVI lo que muestra su formación humanista. Américo Castro, en su obra El pensamiento de Cervantes, cita a Isócrates (orador ateniense, siglos V-IV a.C.) cuyos consejos pueden apreciarse en el Quijote. Ej.: Isócrates Quijote

_ Teme siempre a Dios _ Primeramente,¡oh hijo!, has de temer a Dios (II,42)
_ Todo género de murmuración contra ti debes evitar _ Deben acompañar la gravedad del cargo...una blanda suavidad que...lo libre de la murmuración maliciosa (II, 42)Es esta relación de mutua correspondencia y respeto lo que hace que se vaya afianzando cada vez más, y más profundamente, esa amistad casi hipostática entre esas dos «almas gemelas» que son DQ y S; y eso hasta tal punto, que S se dirige a su amo y señor con la libertad de un igual pero sin perder jamás -si bien alguna vez pueda parecer otra cosa- el respeto y la admiración que le profesa, aunque a veces dude y aun maldiga su situación. Por su parte, DQ se dirige a S con respetuosos epítetos, llenos de un profundo afecto y siempre acompañados de su nombre antes o después (alguna vez con nombre y apellido): amigo, hermano, bueno, el bueno, hijo, «Sancho amigo, duermes? ¿Duermes, amigo Sancho», amigo y guía, escudero mío, «¡Oh Sancho bendito! ¡Oh Sancho amigo!»...

Otras veces, sin embargo, menudean los insultos, pero -lo repetimos- ello no disminuye el cariño ni se menoscaba la amistad, porque esos insultos van rebozados en la harina de un profundo afecto: majadero, villano ruin, traidor blasfemo (todos, en el capítulo 30 de la primera parte), aunque, tras la aclaración de S le dice: «Ahora te disculpo y perdóname el enojo que te he dado; que los primeros movimientos no son en manos de los hombres».

Dulcinea del Toboso
No es un personaje real, sino literario, engendrado en la mente de don Quijote. Él, como caballero, tiene necesidad de una dama, y la inventa. Su amor, como es propio en las novelas de caballería, es platónico. Su dama posee toda la belleza que los personajes femeninos tienen en la poesía bucólica.

Este personaje es visto de las más variadas formas por los demás personajes. El propio autor la ve bajo el prisma del humor. “Esta Dulcinea del Toboso tenía la mejor mano para salar puercos que había en toda la Mancha (I,9). Sea cual sea su interpretación, ha quedado como la dama ideal que impulsa a nobles ideales.


Otros personajes


En el Quijote hay una amplia gama de personajes con sus virtudes, defectos, contradicciones, etc. Cervantes optó por el ser humano tal como es, y en continua evolución. Destacamos lo paradójico de algunos personajes que, no sólo entran en contradicciones, sino que tratan de imponernos su lógica y su moral. Cervantes ha transformado a sus personajes al margen de prejuicios y condicionamientos sociales y económicos. Así, recrea la belleza de una simple moza o la generosidad de un aristócrata. Sansón Carrasco, el cura, el barbero, el ventero, la sobrina, el ama... son algunos habituales.

Cabría mencionar la amplia galería de personajes de las novelita interpoladas. Sin ellos, el Quijote-caballero sólo encontraría personajes de clase social e instrucción inferiores a él. En estas narraciones desfilan representantes de la nobleza, la administración, el clero, los terratenientes, etc.

En cuanto a la técnica de caracterización, podría hablarse de descripción impresionista en muchos retratos; con breves trazos se nos sitúa a estos personajes en relación unos con otros.


6. ESTRUCTURA

El Quijote es una novela ensartada, con una sucesión de episodios (novela abierta, semejante a la novela picaresca ) a veces interrumpidos por la interpolación de narraciones breves que no rompen, sin embargo, la linealidad. El hilo del relato de los dos protagonistas puede interrumpirse, sobre todo en la primera parte, aunque no desviarse.
El Quijote se estructura en tres salidas dos en la primera parte y una en la segunda. La primera dura 3 días, la segunda 2 meses y la tercera 4 meses.

El Quijote consta de dos partes, precedida cada una de ellas de un prólogo.

Primera Parte (1605)
Segunda Parte (1615)

7. ESTILO Y LENGUA

Hay que tener en cuenta que Cervantes empezó a escribir en un período conflictivo en que dominaban dos tendencias opuestas: los etimologistas, que defendían la escritura derivada del latín, y los defensores de la escritura fonética, la de los erasmistas, defensores del castellano primitivo, admiradores de refranes, la naturalidad... Cevantes está en esta línea.

El estilo de Cervantes responde, sobre todo, a los ideales renacentistas: exaltación de lo espontáneo y natural. Él mismo critica la afectación y artificiosidad, ya desde el prólogo a la primera parte. Aunque estos rasgos se perciban en los pasajes idealistas, bucólicos y sentimentales, este estilo pomposo se ha de interpretar como una parodia del estilo de las novelas de caballería. Cervantes sabe armonizar el estilo barroco y el natural.

En el Quijote aparecen los diversos estilos de la prosa de la época con predominio del estilo familiar, llano, pero escogido.La lengua se caracteriza por la polifonía, es decir, por la gran variedad lingüística:

a. La lengua de germanías (lengua de los delincuentes) (I,22).

b. Parodia de la literatura mercantil (I,22).

c. Epístola caballeresca (I,25).

d. Lengua de la oratoria (I,11).

e. Discurso de las armas y de las letras (I,27-28).

f. Amplio uso del refranero, sobre todo, en boca de Sancho. A veces, usa los refranes en circunstancia imprevista y de modo disparatado o los modifica para acomodarlos al momento. Es la acumulación de refranes, más que el refrán en sí, lo que caracteriza a la lengua de Sancho.

En la novela hay pequeños errores que los críticos achacan a la precipitación: la mujer de Sancho recibe varios nombres distintos, intercalaciones del tipo “olvidávaseme decir” con los que el autor da datos a destiempo, hay algún lapsus como el del robo del rucio de Sancho por parte de Ginés de Passamonte, que después ha recuperado Sancho sin que se nos cuente cómo. En la segunda parte (II,3) Cervantes pone de manifiesto que ha tomado nota del error (Sansón Carraco se le comenta ese error a DQ

En el prólogo de la primera parte, el amigo con quien dialoga le aconseja “con palabras significativas, honestas y bien colocadas”, en “oración y período sonoro y festivo” que pinten la intención y los conceptos “sin intricarlos y escurecerlos”. Llama Rocinante a su rocín, Dulcinea a Aldonza Lorenzo... por ser más significativos y musicales. Las palabras debían estar subordinadas a la honestidad, al decoro. Respecto a la sonoridad, a la música, destaca el ritmo de la prosa. Y, junto a ésta, la llaneza y la claridad. Lengua, en fin, para todos. La lengua literaria es rica en los más variados recursos.

Destacamos los más significativos:

a. Uso de tópicos. Incorpora la lengua popular con sus más variados refranes, frases hechas, etc. que modifica a su antojo.

b. Comparaciones: “Iba Sancho en su jumento como un patriarca”.

c. Metáforas (tropos): “Llegaron a la mitad de las entrañas de Sierra Morena”. A veces el juego metafórico es una parodia.

d. Antítesis. El recurso más común en la obra. Aparece en el habla culta y en la popular. “El ventero, por verle ya fuera de la venta, con no menos retóricas, aunque con más breves palabras, respondió a las suyas.”

e. Sinonimia. Usa sinónimos con profusión en la primera parte, y bastante en la segunda. Era común en la época el desfile de palabras por parejas. En Cervantes no es un recurso de alarde retórico, sino de relace expresivo y, a veces, intención burlesca.

f. Repetición. No es descuido, sino que responde al juego expresivo. El redoblamiento de palabras era propio de la lengua poética. Las formas son muy variadas: se dan a comienzo, en el interior o a final de frase. A veces, con el políptoton: “Desde que Apolo fue Apolo, y las musas, musas”; “Vestida de finísima bayeta por frisar, que a venir frisada (políptoton).

g. Elipsis. Muchos pasajes que parecen incomprensibles o incorrectos se aclaran si se tiene en cuenta este recurso: “Sé, tan cierto como ahora es de día, que Durandarte acabó los de su vida en mis brazos” (los días).

h. Juego de palabras: “Os ruego que escuchéis el cuento, que no le tiene, de mis aventuras” (No “tener cuento” era ser incontable); “En ese tiempo solicitó don Quijote a un labrador vecino suyo, hombre de bien (si este título se puede dar al que es pobre)...

i. Paronomasia, aliteración, rima. El juego fónico ocupa lugar especial: “Cosas y casos acontecen a los tales caballeros” (paronomasia); “Como no hallé derrumbadero ni barranco de donde despeñar y despenar el amo...”(aliteración y paronomasia).

j. Niveles de habla. Cada personaje habla como le es propio a su condición y cultura. Pero, a veces, Cervantes introduce la palabra, la expresión que no es propia al discurso del personaje. Esta mezcla de niveles lingüísticos es uno de los aspectos más sobresalientes del estilo.


8. LA TÉCNICA NOVELESCA

Cervantes incorpora al Quijote las diversas modalidades de la narrativa del siglo XVI. En él encontramos, pues, una antología de todos los géneros narrativos que se leían entonces. Sin embargo, sería error pensar que el Quijote es una mera recopilación de los géneros existentes en la época. La lectura de la obra nos advierte que estamos ante una nueva forma de entender el arte novelesco. Esto significa que Cervantes supera todas las formas narrativas contemporáneas que resultaban ser formas parcelarias, según ha indicado Pedro Salinas. Cervantes crea un vasto universo en el que se mueven pícaros, caballeros, moros, bachilleres, burgueses, doncellas, etc. en una síntesis personalísima. Los personajes de las otras novelas responden a un arquetipo y han de responder de una forma determinada, según el propósito para el que han sido creados. Los personajes del Quijote son seres vivos, llenos de humanidad que se presentan ante nosotros con tal fuerza que los sentimos cercanos a nuestra propia realidad: fracaso, fantasía, ilusión, injusticia, burla... todo forma parte de su vida; de nuestra propia vida. Unamuno, incluso llega a negar que don Quijote sea un ente de ficción, “como si fuera hacedero - dice – a humana fantasía parir tan estupenda figura”. Y también la opinión que supone a Cervantes inferior a su personaje.

Todo en el Qujote está controlado por la mano de su autor. La naturalidad con que el ambiente, personajes secundarios, la trama de la acción, etc. brotan de los dos personajes principales ha llevado a pensar que Cervantes ha llevado a cabo todo este complejo proceso por intuición poética, y no es así. Álvaro Fernández Suárez dice, en su obra Los mitos del Quijote, que Cervantes utiliza unas técnicas de elaboración que han llevado a ese prodigio de naturalidad. Se ha hablado de los “olvidos” de Cervantes, que, naturalmente, no lo son. En el capítulo primero “olvida” el lugar de la Mancha (posible apunte literario para crear la atención del lector) y hasta el nombre de su protagonista (¿Quijada? ¿Quesada?...). El labrador que recoge a don Quijote al término de la primera salida lo llama Señor Quijana (que así debía llamarse cuando estaba cuerdo). Al final de la novela, el mismo escritor lo llama Alonso Quijano el Bueno. Estas dudas se deben, según críticos como el anteriormente citado, a que el autor quiere dar la impresión de falta de documentos fidedignos y con ello persuadir al lector de que no relata una ficción (el creador de una ficción no olvidaría los nombres), sino una historia verdadera.

Un elemento curioso que debe ser considerado también como una parodia a los libros de caballerías es Cide Hamete Benegeli (Señor Hamid aberenjenado)

Desde el comienzo de la novela Cervantes finge ser una especie de erudito que recopilaba datos de otros autores y de los archivos de la Mancha para reconstruir la historia de DQ. Al empezar el capítulo 9 Cervantes se introduce en la narración para indicar que no sintió apesadumbrado al no poder acabar de contar el final de la aventura del vizcaíno, pero que un tiempo después encontró unos papeles escritos en árabe por Cide Hamete Benegeli y que al hacerlos traducir vio que era la historia de don Quijote, a partir de ahora hará ver que la historia es la traducción de la obra árabe y de vez en cuando hará ver que comenta alguna cosa, con lo cual el autor se comenta a sí mismo mientras va creando su obra. Esto no deja de ser una parodia de los libros de caballería en las que los autores a veces fingen que las traducen de otras lenguas o que han encontrado un original en misteriosas circunstancias

El arte de Cervantes para conducir al lector por un complejo laberinto, logrando que sus personajes se vayan engrandeciendo humanamente ante nuestros ojos no se debe a una misteriosa inspiración, sino a una actitud de creador vigilante.
Cervantes posee, además, una intuición genial para caracterizar a cada personaje de tal forma que, con breves pinceladas, lo convierte en un ser vivo. Igual potencia creadora se advierte al describir las cosas, los paisajes. La naturaleza no aparece estilizada, sino que posee realidad conocida.


9. LA NARRATIVA DEL SIGLO XVI EN EL QUIJOTE

Puesto que en ninguno de los capítulos obligatorios aparecen novelitas insertadas, es difícil que los alumnos se hagan una idea. Pueden mencionarse los géneros: Marcela y Crisóstomo, episodio pastoril al modo de la novela del mismo género La Galatea. Marcela y Crisóstomo habían leído tantas novelas pastoriles que vivían como verdaderos pastores (algo parecido a don Quijote con las de caballería); novela morisca, en la historia del capitán cautivo y Zoraida. En la línea de sus novelas ejemplares, están la serie de historias que intercala en los capítulos 28 y siguientes de la primera parte, y del género sentimental o amoroso, El curioso impertinente que se narra en tres capítulos.


10. HUMOR Y PARODIA

Amplio debate ha suscitado el planteamiento de si el Quijote es obra seria o cómica. Hoy aún se mantiene el planteamiento que hicieron los románticos que redescubrieron la interpretación simbólica y filosófica: Don Quijote era un personaje romántico, y Cervantes un creador original equivalente a Shakespeare o Goethe. Don Quijote y Sancho era una pareja que representaba la poesía y la prosa de la vida; antinomia entre lo ideal y lo real; entre espíritu y materia, como ya se ha indicado. El amor platónico hacia Dulcinea lo consideraban como una huida de la realidad. Esta interpretación seria ha influido en el siglo XX: Unamuno, Menéndez Pidal, Américo Castro, entre otros. Pero esta interpretación romántica empezó a discutirse en los años 40 por el hispanista inglés Alexander A. Parker, que pedía reaccionar contra la exaltación del quijotismo. Le sigue una corriente de críticos. Se aboga por restituir la primera interpretación: el Quijote es una obra divertida. El Quijote hace reír a sus contemporáneos, y esa fue la primera intención de Cervantes: el entretenimiento. Los últimos estudios (1978) se inclinan, sin negar la simbología romántica, por defender el Quijote como obra cómica. El debate sigue abierto.
La comicidad brota por el contraste de lo inesperado y va evolucionando. Es más simple en la primera parte, y más variado en la segunda parte. Contraste en los personajes, en sus caracteres, en el tratamiento que cada uno da a la realidad que observa (caballero-ventero; gigantes-molinos), en su lengua (ampulosa y arcaica- rústica e incorrecta).
Puede haber mucho de su autor en el personaje de don Quijote. Amargura y fracaso, pero Cervantes sonríe con melancolía ante las desventuras de su héroe y, aunque las situaciones sean cómicas y la parodia es innegable, el personaje no se percibe como ser ridículo, sino revestido de nobleza que despierta la simpatía del lector.

Según Juan Ignacio Ferreras, la obra se organiza en estructuras burlescas o cómicas en la que destaca:

a. El intramundo, lo que don Quijote cree ser, basado en los ideales de la caballería.

b. El extramundo o realidad objetiva externa.

c. El mundo transformado que surge del interior del Quijote, que se funda en el encantamiento.

d. El mundo fingido, que se organiza para influir en el héroe.


Para conseguir los efectos cómicos, se hace uso de:


a. Construcción de situaciones cómicas, equivocaciones...
b. Reproducción de aventuras típicas caballerescas con sentido burlesco.
c. Introducción de alguna nota discordante en una aventura caballeresca que la destruye y la desautoriza.
d. Uso de cuentos, chistes o anécdotas.
e. Alusión a personajes o circunstancias de la época (burla).
f. Empleo disparatado o inesperado de expresiones, refranes...
g. Equivocaciones de Sancho.
h. Empleo de anacronismos por parte de don Quijote.
i. Empleo de adjetivos cómicos que mueven a la risa.

La parodia del mundo caballeresco se desarrolla ya desde la portada, que ofrece singulares elementos encaminados para orientar al lector por ese camino: frente a los adjetivos habituales en los libros de caballerías (esforzado, valeroso, virtuoso, excelentísimo…), Cervantes califica a su personaje de ingenioso, esto es, un adjetivo de esencia, que viene a calificar las virtudes intelectuales y no físicas de don Quijote: ‘creativo, rico en inventiva e imaginación’, pero también ‘de temperamento colérico y melancólico’; frente a los habituales príncipes, caballeros y alta nobleza que protagonizan los libros caballerescos, Cervantes presenta a un noble, pero que pertenece a la capa más baja de la sociedad nobiliaria: un hidalgo de aldea
del nombre del hidalgo (Quij-), pero no deja de tener también su punto de burla a través del sufijo despectivo –ote, aún más cuando el quijote era la pieza de la armadura que cubre el muslo; asimismo, su adscripción geográfica es burlesca: frente a los lugares fabulosos (reales o imaginados) de los sobrenombres caballerescos (Gaula, Grecia, Hircania, Tracia…), don Quijote es señor de La Mancha, acaso la zona más árida y desértica de la Península Ibérica,


11. REALIDAD Y FICCIÓN

El hecho de que en los siglos XV y XVI se descubrieran lugares y civilizaciones exóticas fue una de las razones para que la gente creyera, a veces, como natural, lo que era imaginario. Avanzado el siglo XVI, empezó a sentirse la necesidad de distinguir lo que era historia y lo que no era. Aunque aún la historia se revestía de ficción, y la ficción se disfrazaba de historia, se abría paso el camino de la investigación. En este ambiente intelectual de credulidad tradicional y necesidad de investigación (confusión) se creó el Quijote, también con una mente confusa.
Cervantes critica las novelas de caballería por su falta de verdad poética. Las pretensiones del autor al afirmar que su libro debería ser considerado como verdadero se refieren a la verdad de su libro en el único sentido posible: el de la verdad poética. El lector percibe como verdaderas las aventuras de don Quijote, dentro de la ficción. Si en el siglo XVI había una total indiferencia hacia si era real o fábula lo que se trataba, Cervantes no deja a la capacidad del lector si puede haber malentendidos. Por ello, insiste en el tema de verdad y ficción. Los libros de caballería tienen realidad dentro de la fantasía de don Quijote, el cual, a su vez, goza de indudable existencia.
En el prólogo y, para que nadie se engañe, avisa que no tiene intención de exponer ni verdad histórica, ni lógica. Don Quijote es un héroe verdadero que pertenece a un tiempo y a una historia; los héroes de las novelas de caballerías eran fingidos, fuera del tiempo (inmersos en elementos maravillosos, si bien, el elemento maravilloso también puede formar parte de la realidad).

_ 12. EL QUIJOTE DE AVELLANEDA

En 1614, un año antes de publicar Cervantes su segunda parte del Quijote, apareció en Tarragona una continuación de la primera parte de la novela. Aparece firmada por Alonso Fernández de Avellaneda que se cree era un seudónimo puesto que nadie sabe aún quién fue este personaje que firmaba con tal nombre. Los eruditos lo han atribuido a varios escritores: Lope de Vega, Tirso de Molina, Ruiz de Alarcón, entre otros.
Esta segunda parte no tiene, ni aproximado, el valor humano y literario de la obra cervantina: en ella, don Quijote es un loco vulgar, y Sancho un rústico desagradable. Pero, lejos de las comparaciones, el Quijote de Avellaneda es una novela aceptable, y hasta divertida en ciertos momentos.
Cervantes contestó en el prólogo de su segunda parte a los insultos de Avellaneda que se burlaba de su vejez (ver en la lectura).

Martín Riquer es un gran cervantista, miembro de la RAL, premio Príncipe de Asturias, está convencido de que el autor del Quijote de Avellaneda es el aragonés Gerónimo de Passamonte, antiguo compañero de armas de Cervantes, autor de un libro llamado La vida y trabajos de Jerónimo de Passamonte. Cervantes debía de tenerle mucha manía ya que en el episodio de la liberación de los galeotes hace aparecer a un galeote llamado Ginés de Pasamonte que es el más malo de todos y confiesa estar escribiendo un libro llamado La vida de Ginés de Passamonte

Apuntes extraidos del blog de  Marga García


Más sobre el Quijote


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COMENTARIOS LITERARIOS


 Fragmento del Tratado II del Lazarillo de Tormes.

A cabo de tres semanas que estuve con él, vine a tanta flaqueza, que no me podía tener en las piernas de pura hambre. Vime claramente ir a la sepultura si Dios y mi saber no me remediaran. Para usar de mis mañas no tenía aparejo[1], por no tener en qué dalle salto. Y aunque algo hubiera, no podía cegarle, como hacía al que Dios perdone, si de aquella calabazada feneció. Que todavía, aunque astuto, con faltarle aquel preciado sentido, no me sentía; mas estotro, ninguno hay que tan aguda vista tuviese como él tenía.
Cuando al ofertorio[2] estábamos, ninguna blanca[3]en la concha caía que no era de él registrada. El un ojo tenía en la gente y el otro en mis manos. Bailábanle los ojos en el casco como si fueran de azogue[4]. Cuantas blancas ofrecían tenía por cuenta. Y cuando el ofrecer, luego me quitaba la concheta y la ponía sobre el altar.
No era yo señor de asirle una blanca todo el tiempo que con él viví, o por mejor decir, morí. De la taberna nunca le traje una blanca de vino; mas aquel poco que de la ofrenda había metido en su arcaz[5] compasaba de tal forma que le turaba[6] toda la semana.
Y por ocultar su gran mezquindad, decíame:
–Mira, mozo: los sacerdotes han de ser muy templados[7] en su comer y beber, y por esto yo no me desmando como otros.
Mas el lacerado[8] mentía falsamente, porque en cofradías y mortuorios[9] que rezamos, a costa ajena comía como lobo y bebía más que un saludador.
Y porque dije mortuorios, Dios me perdone, que jamás fue enemigo de la naturaleza humana sino entonces. Y esto era porque comíamos bien y me hartaban. Deseaba y aun rogaba a Dios que cada día matase el suyo. Y cuando dábamos sacramento a los enfermos, especialmente en la Extremaunción, como manda el clérigo rezar a los que están allí, yo cierto no era el postrero de la oración, y con todo mi corazón y buena voluntad rogaba al Señor, no que le echase a la parte que más servido fuese, como se suele decir, mas que le llevase de aqueste mundo.
[1] para usar de mis mañana no tenía aparejo: para utilizar las habilidades que había aprendido con el ciego (robar algo del dinero que recauda el clérigo) no tenía ocasiones.[2] ofertorio: parte de la misa durante la cual se pasan unas bandejas o cestas, en este caso, conchas entre los asistentes para que den limosna.[3] blanca: moneda. Todavía se usa en la expresión “estar sin blanca”. 4] azogue: mercurio. [5] arcaz: arca, baúl o caja de madera.[6] turaba: duraba. [7] templados: moderados, contenidos, parcos en la comida o la bebida o en algún apetito o pasión.[8] lacerado: infeliz, desgraciado. || Mezquino, miserable, roñoso.  9] mortuorios: entierros.
LOCALIZACIÓN
Este fragmento pertenece al Tratado II del Lazarillo de Tormes, en el que Lázaro entra al servicio del cura de Maqueda. El protagonista es aún niño y ayuda en misa al clérigo. En el capítulo anterior abandonó al ciego porque lo mataba de hambre, pero ahora su situación ha empeorado; este amo es aún más avaro y mezquino que el ciego.
RESUMEN
Lázaro nos narra la situación de extrema hambruna con su segundo amo, un clérigo hipócrita que sólo le da las sobras para comer. Sólo con los entierros el Lazarillo podía alimentarse.

TEMA
 del fragmento es el hambre de Lázaro aumentada por la avaricia y el egoísmo del cura.
ESTRUCTURA
En lo que respecta a la estructura del fragmento conviene recordar que se trata de un fragmento en prosa, narrado en primera persona, que muestra un punto de vista subjetivo sobre la situación que describe, característica importante dentro del género picaresco al que pertenece la obra. Es una narración combinada con descripción y algunos intentos de diálogo.
Pueden establecerse tres apartados:
a) Narración de la situación general de miseria por la que atraviesa Lázaro: (líneas 1-7).
b) Descripción del egoísmo e hipocresía del clérigo con algunos ejemplos de situaciones concretas: líneas 8-19).
c) Narración satírica de la única esperanza del protagonista para sobrevivir: los entierros (líneas 20-26)
ANÁLISIS DE LA FORMA
A través de esta narración, el protagonista describe con cierta ingenuidad y mucha ironía una situación límite: “Vine a tanta flaqueza que no me podía tener en las piernas de pura hambre”. Las mañas que había adquirido con el ciego ya no le sirven porque el clérigo es más listo, más hipócrita y, además, tiene buena vista.
En la primera parte (líneas 1-7) cuenta el estado de miseria en el que se encuentra.
La cohesión narrativa se observa en las múltiples referencias al ciego y a algunos sucesos del tratado anterior. Para mencionar al ciego, lo hace a través de una perífrasis o rodeo: “No podía cegalle como hacía al que Dios perdone, si de aquella calabazada feneció.”
La soledad y la necesidad de astucia del pícaro se ven igualmente en algunas frases de Lázaro: “Vime claramente ir a la sepultura si Dios y mi saber no me remediaran…” Constituye una hipérbole literaria, además de un sarcasmo que provoca la risa.
La segunda parte (líneas 8-19) se centra en la descripción que Lázaro hace del clérigo. Apenas hay descripción física, sólo se fija en su comportamiento avaricioso, astuto, mezquino e hipócrita. El lenguaje que utiliza para ello es muy expresivo, casi visual, resaltando, sobre todo, rasgos negativos: “el un ojo tenía en la gente, el otro, en mis manos”, de modo que se resalta que la pequeña ventaja que tenía con el ciego, la ha perdido con este otro amo. En la siguiente frase “Bailábanle los ojos en el casco como si fueran de azogue” contiene un hipérbaton y un símil de gran potencia que ponen de manifiesto la agudeza visual del clérigo.
Hay alusiones irónicas a la miseria en la que se encuentra como en el caso de la antítesis presente en la frase “…todo el tiempo que con él viví o, por mejor decir, morí”.
La constante alusión a las blancas (las monedas): “ninguna blanca en la concha”, “cuantas blancas ofrecían”, “no era yo señor de asirle una blanca”, “de la taberna nunca le traje una blanca de vino”, sirve para resaltar la importancia que ambos, amo y criado, conceden al dinero. El amo, a causa de su avaricia, y Lázaro porque ve en el dinero la única posibilidad de sobrevivir a la mezquindad de su amo.
La hipocresía del cura se muestra por la clara discordancia entre lo que hace y lo que dice. Pretende disfrazar su carácter avaro como si fuera una virtud, de modo que, tal como Lázaro señala, parece que sólo es moderado en la comida y la bebida cuando él la paga, mientras que come y bebe sin tasa cuando es a cuenta ajena. Su hipocresía se resalta con expresiones como “para ocultar su gran mezquindad” o “el lacerado mentía falsamente”, donde se hace hincapié en la ocultación y la mentira, especialmente subrayada con el pleonasmo “mentía falsamente”. La caracterización queda completa con la alusión al cura como el “lacerado”, que tiene un doble significado: por una parte, infeliz, desgraciado y por otra, mezquino, miserable, roñoso. La desproporción entre lo que dice y lo que hace se pone de manifiesto con las comparaciones hiperbólicas “comía como un lobo y bebía más que un saludador”.
En la tercera parte, vuelven las sensaciones de Lázaro, el mismo tema que en la primera, el hambre; pero esta vez nos narra una situación concreta en la que podía resarcirse de su miseria y comer: la invitación que se hacía al sacerdote que oficiaba el funeral y a los allegados del difunto en los entierros.
Se inicia con una expresión propia de la lengua oral conversacional, que enlaza con el párrafo anterior: “Y porque dije mortuorios”.
No hay que olvidar que toda la obra es una carta dirigida a un interlocutor a quien se intenta convencer de que la situación final de deshonor se justifica en la dura vida que ha tenido Lázaro. Por ello recalca el hambre, la soledad y las dificultades en las que se encuentra desde niño, al tiempo que intenta captar la simpatía del lector mostrando la ingenuidad y la picardía que le hacía desear la muerte de los enfermos para así poder comer y beber en su entierro. Es lo único que le gustaba de su oficio: “…con todo mi corazón y buena voluntad rogaba al Señor no que le echase en la parte que más servido fuese, como suele decirse, mas que le llevase de aqueste mundo”.
En esta última parte se observan continuas referencias a Dios. Así encontramos la creencia popular de encomendarse a Dios para cualquier acto, aunque fuera mezquino: “Deseaba y aun rogaba a Dios que cada día matase el suyo…” “rogaba al señor… que le llevase de este mundo”
En todo el fragmento aparece una forma de narrar sencilla, casi el relato de un niño todavía ingenuo, pero que ya conoce su destino: la lucha por la supervivencia. Posee un estilo cercano a la oralidad y muy expresivo con repeticiones de conjunciones incluso después de punto: “Y dije de mortuorios, Dios me perdone… Y esto era porque comíamos bien y me hartaban…”
Las oraciones son cortas aunque algunas de ellas tienen giros sintácticos propios de una consciente elaboración. El ritmo de la narración es ágil y rápido; el vocabulario empleado propio de la condición social del protagonista y de la situación que está narrando: palabras relacionadas con la Iglesia y el hambre:
a) Iglesia: “ofertorio, concheta, vino de la ofrenda, sacerdotes, cofradías, mortuorio, rezamos, sacramento, extremaunción, clérigo, oración.”
b) Comida: “flaqueza, hambre, mañas, sepultura, comía, bebía, hartada…”
En general, son palabras sencillas aunque hay algún cultismo: “lacerado, postrero, feneció”.
En cuanto a los personajes, aparecen dos figuras importantes: el narrador-protagonista cuenta sus propias experiencias desde un punto de vista subjetivo; de él conocemos su mísera situación, su pequeño egoísmo al desear la muerte ajena para, paradójicamente, poder comer, y su opinión negativa sobre el otro personaje. No olvidemos que toda la obra es una justificación de un estado deshonroso; a ello contribuye la la mezquindad de los personajes con los que se ha encontrado en su camino.
Al clérigo lo conocemos por la descripción que Lázaro nos presenta: avaro, mezquino, falso, astuto y sagaz. El arca donde guarda la comida bajo llave será el símbolo de la avaricia.
Por último, hay que destacar los elementos sociales que aparecen en el texto, propios de ese realismo con el que se define la novela picaresca frente a otras formas narrativas del siglo XVI: las blancas o monedas en una jerga popular de pillos y maleantes, la costumbre de comer en la casa de los difuntos, la alusión al ofertorio de la misa en el que los fieles dan sus donativos… Asimismo, es muy dura la crítica eclesiástica en la línea de la filosofía erasmista del Renacimiento.
CONCLUSIÓN
Es un fragmento característico dentro de la novela picaresca. En él se habla del hambre, la astucia del pícaro para sobrevivir y la mezquindad de los clérigos. La narración en primera persona, subjetiva, ingenua y sarcástica es frecuente en este tipo de obras. Las oraciones cortas, las palabras sencillas y la descripción de la realidad son algunos de los elementos formales. Además hay que añadir el sentido del humor que se observa entre líneas, porque aún la novela picaresca no acentúa exageradamente lo negativo de la vida como ocurrirá en novelas posteriores.
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